17 de julio de 2011

ACEPTACIÓN vs RESIGNACIÓN

No hace mucho que me encontré con una interesante conversación sobre mi situación actual y hablando sobre ciertas dudas que envuelven mi mundo salió a flote la diferencia entre resignación y aceptación, conceptos muy frecuentemente confundidos. El hecho de plantearme sus diferencias me hizo ver más allá y analizarlos un poco…

Aceptación
Recibimiento de forma voluntaria de una cosa
Resignación
Capacidad de aceptación de las adversidades

A primera vista parece obvio que resignarse es simplemente aceptar las adversidades, las cosas contra las cuales no podemos hacer nada… y ahi precisamente comienza el dilema: ¿somos realmente conscientes de cuándo estamos aceptando algo o cuando estamos resignándonos?
Si nos tomamos un minuto para pensarlo, es posible que en algunos momentos digamos que aceptamos algo cuando en realidad nos estamos resignando a ello, creyendo que no podemos hacer nada. Y es que a veces la comodidad, los miedos, nos aferran a los “imposibles” y establecemos límites nosotros mismos.
Aceptar una realidad es asumirla en su totalidad, voluntariamente, en sus cualidades positivas y negativas, en todo lo que conlleva, sin rencores, ni sentimientos arrastrados. Por ejemplo: aceptamos que alguien no es como nosotros y respetamos su forma de ser, sin pretender cambiarlo, o convencerlo de nuestras posturas.
Resignarse implica una aceptación incompleta, bien porque realmente no podemos hacer nada para cambiar una situación, o bien porque interiormente no nos vemos capaces de hacerlo. Está ligada a la frustración y la pena, supone una barrera interior. Por ejemplo: nos resignamos con una relación porque creemos que simplemente no podemos aspirar a más, pero este hecho, al no ser un hecho aceptado (y previamente elegido por nosotros) supone un lastre.
Personalmente, al reflexionar sobre el tema tuve (y tengo) muchas comeduras de cabeza sobre si acepto o me resigno con determinadas situaciones. Con frecuencia, una mala autoestima puede llevarte a asignarte determinadas tareas que no deseas, a cargar tu mochila emocional, a simplemente creer que algunos roles vienen con vos, “de serie”; y sólo cuando te planteas seriamente qué es lo que realmente deseas, comenzas a aceptar