Las relaciones son como la conga sin fin. Para un lado, para el otro, y siempre se vuelve al mismo punto.
Los hombres son previsibles y repetitivos, como la conga ;
Y el amor es endeble, un poco de conga y todo se desarma.
Pero la naturaleza humana, como la conga, puede encontrar variantes dentro de un mismo ritmo, y ahí, deja de ser previsible y aburrida.